miércoles, 25 de marzo de 2009
Diálogo del Café y otros.
Hoy me tomé un buen café, de esos que te dejan la boca con un sabor y fragancia que te cuesta olvidar, es decir, para que andamos con rodeos: 1)el buen café te da elegancia 2)un toque de sutileza 3) y si te lo tomas pasado la medianoche, no vas a conciliar el sueño; lo de contar ovejas lo intenté...no funciona(conmigo, jaja).
Me quiero quedar con eso de "sutileza", ¡y es que es cierto! ya que, ¿con cuanta frecuencia dependemos de "algo" para poder montar un personaje? El chileno promedio vive de muletillas, fetiches, mitos y creencias, desde "la rubia de Kennedy", hasta las supercualidades de la Yumbina*( comentario aparte, jaja). El asunto del meollo radica en cuán dependientes de ese "algo" podemos llegar a ser.
Yo creo que vivimos de apariencias, innegable es el caso del cigarrillo, la publicidad ha hecho más que suficiente por darle ese "estatus social de fumador"; la chela, porqué no, infaltable en las tertulias, aquelarres y carretes en general, ya que la publicidad le ha dado ese carácter "sociabilizador". La lista sería innumerable, desde San Expedito hasta lo que el maquillaje es para un chico emo.
¿Sociedad de mercado?, ¿"consumismo,error neoliberal producto del imperialismo Yankee"?, como lo denominaría algún amigo de Marx,¿ o quizás, el chileno, influenciable y consumista por naturaleza? No lo se, talves hay cientos de respuestas que parescan título de tesis.
Yo soy adicto al café, lo confieso, soy parte de esta inmensa Babilonia que te pesa y te trata con cariño y agresividad.
Por mi parte no tengo respuestas para esa dependencia tan chilensis, (y humana), por el momento me quedo con la siguiente frase del teólogo suizo Karl Barth: ""Cuando el Cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos".
Nos vemos, estimadas(os) blogerlectores!
*(yohumbina) consulte con su médico equino (jeje).
jueves, 26 de febrero de 2009
A mis raíces
He caído en la conformidad,
Mala costumbre del mortal,
Al punto de creerme plebeyo,
Y de engreírme fatalmente,
De las glorias indecentes,
Con fanfarrones fugases,
Y experiencias precoces.
No he aprendido nada,
Al hacerme más vulgar,
Podríamos, mejor decir,
Que fui un híbrido,
Un bárbaro sin país,
Sin clan y sin caballo,
Sin corazón, desalmado,
Mas bien un apático,
Un desempleado,
De la vida y las responsabilidades,
De alguien que vio mil mares,
Y no se echó a la mar,
Por la simple y sencilla razón,
De que no supo como amar.
Y es tan extraño,
Volver a comenzar,
De plebeyo a patricio,
De tinta a poesía,
De cadáver a cuerpo,
Y de sombra a espíritu…
Quiero volver a la vida,
La sangre llama,
La sangre tinta,
Divina poesía.
A los que hemos perdido el rumbo de nuestras vidas, alguna vez.